lunes, 15 de octubre de 2012

Alcest: fábula de otro tiempo y lugar.



"Je m'abreuve à sa Lumière,
et laisse ses rayons ardents
dèlier mes Membres Engourdis,
pour m'offrir une seconde Naissance".
Percées de  Lumière


La búsqueda incansable de emociones a través de esa banda sonora de nuestra existencia que es la música, acompaña el devenir de todos los que nos consideramos apasionados de ella.

Alarma especialmente cuando llevamos tiempo estéril sin encontrar algo que nos agite por dentro: siempre existe el temor a considerar que el desarrollo de la vida, la costumbre, la edad o el gris diario puedan hacernos perder esa capacidad de sorpresa, de reventar por dentro y por fuera en un torrente de lágrimas, de risas, de elevación del alma...

Así, el descubrir bandas que consigan todo lo anteriormente expuesto, es celebración pura y genuina, como en mi caso fue el encontrarme con Alcest.

Alcest es el proyecto francés tras el que se esconde Neige, una enigmática figura que, si nos adentramos en las motivaciones y razón de ser de su obra, resulta fascinante. En origen, su sonido se adscribió al black metal más ortodoxo, género con el que no guardo ninguna afinidad y del que no tardó en ir desmarcándose para crear un universo propio e intransferible.

Lejano queda ese primer EP Tristesse Invernel el cual ni tan siquiera he escuchado. Aún adolescente y como fan , Alcest por entonces estaba lejos de convertirse en lo que actualmente es.

Lo auténticamente fabuloso llega cuando Neige consideró que su música, el hecho de encomendarse a esta tarea artística, nace fruto de una inquietante y ensoñadora experiencia que tuvo en su infancia: unas visiones que experimentó camino del colegio y que marcaron el trascurso de su vida; algo así como un universo paralelo, una tierra bucólica y alejada de este mundo que le transmitía una sensación placentera que él mismo más de una ocasión ha indicado que no puede describir con el mero uso de la palabra para llegar a toda su grandeza.

Desde entonces, utilizó la música, sú musica, para evocar e intentar mantener inmortal en sus recuerdos y su corazón esas visiones. Cada canción que desarrollaba, era un intento por hacer permanecer su vivencia constatada a través del sonido que conseguía desarrollar. Una lucha infatigable por no olvidar algo que, amargamente, no se fue repitiendo más.

En una persona del todo incrédula como yo, estas afirmaciones, más allá del valor fantástico que pudieran tener, me parecen de un poder y una esencia romántica únicas y no dejan de ser una maravillosa motivación compositiva cargada de nostalgia y magia.

Las encontramos ya en su EP Le Secret (05), compuesto por dos temas de enorme distorsión y fuerza, aún con unas formas adscritas en buena parte al black metal más genuino.

Pero es a partir de esa obra maestra que es Souvenirs d'un autre monde (07), cuando su universo estalla y muestra un acercamiento a la belleza y a la elevación de nuestra alma absolutamente arrebatador. Desde su propio título, esos "recuerdos de otro mundo", son manifestados con una armonía y delicadeza ardiente que conforman eso que se ha dado en llamar, blackgaze, por esa mezcla entre el black metal referido anteriormente y las capas de distorsión y melodía subterránea del shogaze, aunque, curiosamente, Neige ha relatado que por aquel entonces no tenía ni idea de lo que era el shoegaze y no conoció - y amó- hasta bastante después carreras como la de My Bloody Valentine.

Dejando etiquetas y valoraciones estilísticas, -desde luego muy alejadas de la finalidad y la naturaleza del artículo- el disco es impresionantemente hermoso, destacando el cariz vivificador que la música de Alcest transmite en él: intenta ser una plasmación vívida de la experiencia trascendental relatada anteriormente. Canciones como "Printemps émeurade" o "Ciel errant" me acompañarán ya lo que me queda de vida como límpido reflejo de etéreos viajes.




El disco con el que conocí su legado fue Écailles de Lune (10), más oscuro y desolador. El motivo que causa ese giro es fatídico: la frustración y el dolor que causa el olvido paulatino de esas visiones infantiles en Neige mientras el tiempo va pasando inexorablemente. De nuevo la tragedia del Romanticismo de amar lo que inevitablemente es inalcanzable o lo que forzosamente se desvanecerá. El grito, lejos de ser utilizado como careta o recurso extremo, Neige lo emplea como lo hacemos cualquiera: manifestación y denuncia de esa frustración y de ese dolor, nunca exclusivamente como elemento distintivo musical como algunos consideran erróneamente. En ese sentido la agónica "Percées de lumière" es totalmente abrasadora y distintiva.

Y llegamos a 2012 donde Les voyages de L'Âme supone su cénit creativo y consagración de un legado ya inmortal. Esa portada entre dos mundos con la simbólica figura del pavo real como animal fascinante y poseedor de un misterio enigmático atravesando el arco de un portalón, es la metáfora definitiva del artista que se encuentra entre dos mundos: aquel que rememora y hace dolorosamente descriptivo en la contradicción que supone su inexistencia real y aquel al cual debe trascender en su periplo vital y supone una cárcel de frustración e intrascendencia. Algo que se podría emparentar con Las Flores del Mal de Baudelaire sin ir más lejos.

Este mismo año, canciones tan bellas como "Autre temps", tan intransferibles a la hora de significar lo que me suponen como "Les voyages de l'Âme", tan intensas como "Faiseurs de mondes" o tan vivificadoras como "Summer's glory", están acompañando mis días y mis noches en busca de ese otro mundo al que poder aspirar para salvarnos del que conozco y que unos pocos han convertido en yermo infierno de codicia humana.


"Les Voyages de L'Âme" supone la consagración de un estilo; un huida a fundirse con la esencia de las cosas, por alcanzar una pureza alejada de la corrupción mundana acechante. El desarrollo del tema me emociona y conmueve como muy pocos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario