domingo, 10 de noviembre de 2013

The Applessed Cast: emociones submarinas.


(Recupero para el blog mi crítica escrita originariamente en Muzikalia de la gira 2013 de The Appleseed cast a su paso por Madrid).

Una de las cosas que más asombra en esta vida es descubrir que, a pesar de los años, la capacidad de sorpresa aún surge en ocasiones. Y eso es lo que viví el pasado jueves en Madrid, en una noche que aunaba un triple cartel con los maravillosos The Appleseed Cast como protagonistas.

Estamos acostumbrados al sonido fabuloso de Moby Dick; tanto que no se me ocurre una mejor sala para conciertos reducidos en la capital. Pero esto fue de matrícula de honor: sonido limpio, penetrante y envolvente, de principio a fin, haciendo partícipe de él a las tres bandas.

Sólo eso ya es un seguro y un deleite para lograr introducirnos en el directo. Y el resto, y de qué forma, lo consiguieron unas formaciones que apelan a la emoción, algo que, por desgracia, está cayendo en desuso en unos tiempos que destilan una música tan preciosista como insultantemente vacía.

Bikes & Girls supusieron para mí una agradable sorpresa. Se trata de un proyecto madrileño que cuenta con miembros de Fira Fem y Jamie 4 President. Texturas de cálida nostalgia construidas a través de destellos electrónicos sintetizados y melodías orgánicas. Un aperitivo estimulante que nos dejó con ganas de más.


Con los italianos June Miller, cualquier atisbo de levedad se esfumó y la intensidad se adueñó del escenario. La perfección sonora alcanzó la excelencia con ellos y llenaron la sala sin resultar ampulosos, derrochando una sencillez prodigiosa y envidiable. Como mejor baza, sus preciosos pasajes instrumentales construidos a través de muros de guitarras que nos situaban ya muy cerca de The Appleseed Cast.


La banda que con todo merecimiento se ganó el calificativo de herederos del sonido de los insustituibles, por otro lado, Sunny Day Real Estate, llegaba para presentarnos su último trabajo, Illumination ritual (2013). Su midwest emo de los primeros trabajos ha ido mutando poco a poco en una propuesta más personal y con carácter que coquetea con el post rock o las estructuras rítmicas complejas.


Desde Peregrine (06), los desarrollos instrumentales han adquirido una importancia fundamental, si bien desde sus inicios ya existían claros ejemplos. Comenzaron centrados en su nuevo trabajo, del que sonaron extraordinarios sus mejores pasajes, "Cathedral rings", "30 Degrees 3 AM" y, especialmente, una brutal "Barrier islands (do we remain)". Hasta temas que en estudio no me dicen mucho como "Adriatic to Black Sea", ganaron mucho en vivo.

Pese a sonar un poco aceleradas algunas interpretaciones, un volumen demasiado alto - que ahogaba en ocasiones la voz de Christopher Crisci- y breves parones que sacaban un pelín del clímax musical, fue un concierto soberbio, con momentos a recordar entre los más estremecedor que he visto en un escenario.

Esos llegaron, como casi siempre ocurre, cuando echaron la vista al pasado y nuestros corazones se fueron con ella: "On reflection", "Fishing the sky" y "Steps and numbers" resultaron prodigiosas, milagros que exorcizaban la angustia que nos atenaza en estos tiempos tan ingratos. Como colofón, la inabarcable y ambiciosa "As the little things go", -cumbre sin paliativos de su irregular Sagarmatha (09)- y un bis crudo con Chris solo interpretando "Fight song", cerraron una velada mágica e irrepetible.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El manifiesto desastre de Nacho Vegas.



Resulta extraño llevar un tiempo sin material de Nacho Vegas. Para los que nos consideramos fieles seguidores de su carrera musical, la espera es inquietante. Su último trabajo, La zona sucia (11), supuso una decepción para mí. En un intento de soltar lastre, de desnudar la canción y su narrativa a la mínima expresión, considero que mucha de la impronta del asturiano se quedó por el camino: Menos dramático y trascendente, más inteligente y sencillo.

Creo que es buen momento de recuperar la crítica que hice de, si no su mejor trabajo, sí aquel que supuso un exorcismo de demonios más a flor de piel y descarnado. Me refiero a El manifiesto desastre (08), su último gran tratado sobre, como él mismo diría, el terror que da vivir.


(Escrito originariamente para Muzikalia).


Mucho ha pasado desde la eclosión de esta obra magna, pero es merecido que, tras observar con perspectiva sus devastadores efectos, reflexionemos y saquemos conclusiones del desastre.

Nacho Vegas ha forjado una carrera brillante, tanto solo como acompañado, y El Manifiesto Desastre (08) es la cúspide de su trayectoria. Quizá no sorprenda tanto como Actos Inexplicables (01), ni sea tan insondable como Cajas de música difíciles de parar (03), pero lo que es seguro es que estamos ante su colección de temas más impactante, desgarradora y cruda. Y no me refiero a esas piruetas que tanto fascinan a los críticos acerca de reinventarse o explorar caminos, conceptos que son más forma que contenido, el motivo no es otro que la brutalidad terrorífica de su pluma, de cómo retrata el conflicto del vivir de una forma tan descarnada, directa y sobrecogedora. Sólo la experiencia permite inspirarse así, bailar en el filo de la navaja aportando a ese fundamento el aderezo creativo que, ya sí, cierra la canción.

En el plano musical, la hondura y cohesión conseguida por su banda actual, en concreto la expansión que logra a las teclas Abraham Boba, alfil de lujo tanto en estudio como en vivo, es también notable. Una producción no tan subrayada como la de Desaparezca Aquí (05), pero que con sutil viveza subterránea, remarca unas composiciones que lejos de ser livianas como sólo alguien desorientado tras una hoja de promoción pudo señalar tiempo ha, entrañan una carga emocional realmente efectiva y afectante.


“Dry Martini S.A.” abre el disco de forma solemne, con ese piano ya casi omnipresente. Primer envite ante la contradicción del actuar, de la derrota ante el amor fatal que lleva y conlleva al más absoluto vacío final. “Detener el tiempo” muestra otra de las obsesiones de Nacho, esa lucha por el hacer trascendente, sabiendo que sólo el nihilismo instantáneo nos cura de valoraciones estériles. Muy Dylan, uno de los cortes más discretos. La oscuridad sinuosa y tensa de “Junior suite”, intervenida por coros angelicales, cede paso a esa vacilada que se monta junto a la Rosenvinge: “Lole y Bolan”, coqueteos con el glam en un tema que más que por su sonido, llama la atención por la noción tan cínica e irónica de las relaciones infectadas.

Mucho mejor resultado aporta otra novedad estilística de Vegas como lo es “En lugar del amor”, influida por la ranchera de José Alfredo e inspirada en los versos de Pessoa; es un bellísimo canto al amor, triste, resignado y con esa melancolía sabia que madura con los años.

Las adicciones a seres y estares, otra marca de la casa, conmueve y agita como nunca con “El tercer día”, quizá el corte más intenso nunca escrito por Nacho, que, desbocado hasta la desesperanza, relata el temor de enfrentarse al vacío de un día tras otro sin el dulce veneno que sabías que mataba y resucitaba a la par. “Crujidos”, otra cima inapelable, es el corte más accesible en el mejor de los sentidos y supone la tristeza personificada de intentar salir una y otra vez de una condena sin éxito. Querer sin poder. Temblores.

El único canto a la devoción espeluznante de quien ama a pesar de los bandazos de los culpables, “Nuevas mañanas” –una adaptación al castellano de Guy Clark-, supone el único soplo de esperanza en un disco que abate inevitablemente de principio a fin, y más cuando al acabar con “Morir o matar”, te das cuenta que mientras existas la única opción siempre es matar. Desintegración plena en un clásico instantáneo a la altura trascendental de “El Ángel Simón” u “Ocho y medio”.

Y quien tenga tiempo de cuestionarse de si estamos ante una persona o un personaje capaz de componer e interpretar así, debería hacerse mirar un poco si lo único que es una puta mentira es su transitar en estado vegetativo desde hace mucho. Entre el dolor y la nada, yo también, elegí el dolor.

Dry Martini S.A.: Las terribles fauces del instante