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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Talk to Him. Los Mejores Discos del Siglo XXI


Este mes en Talk to Him queremos rendir un homenaje a los mejores discos publicados en los primeros años del Siglo XXI.

Como sabéis, desde el podcast hacemos un repaso anualmente a los mejores 20 lanzamientos discográficos editados durante cada ejercicio, además de otras múltiples clasificaciones como mejores conciertos, EP's, decepciones, menciones de honor, etc.

Si queréis rememorar alguno de estos programas emitidos durante 2015 y 2016, podéis encontrarlos en los siguientes links:

Los 20 mejores discos de 2015:

  • Del 20 al 11:


  • Del 10 al 1:



Los 20 mejores discos de 2016:

  • Del 20 al 11:


  • Del 10 al 1:


Lo que quizá algunos no sepáis es que estas listas de mejores discos fueron confeccionadas durante muchos años antes por mí en un programa de radio multicultural, la Parada de los Monstruos, actualmente desaparecido. Para rememorar todos esos números uno durante el tiempo que realicé estos rankings, concretamente desde el año 2000 al 2014, el programa de este mes hará un repaso de ellos como ejercicio de introspección emocional y, a su vez, como rescate de una serie de obras imprescindibles por completo. Espero disfrutéis de este viaje nostálgico y vivificador.

viernes, 21 de junio de 2013

Chucho: el ladrido de la resurrección.



Una de las grandes noticias musicales del año fue el regreso a los escenarios de Chucho, una de las bandas fundamentales españolas surgidas en los años 90. Su líder, Fernando Alfaro, fue el alma de los desaparecidos Surfin' Bichos, germen de todo el movimiento independiente que nació a principios de esa década. Es momento de rescatar lo que supuso su vuelta a los escenarios: una celebración intensa, nada obvia y que exudaba verdad por los cuatro costados. Aquí tenéis su crónica de Madrid.


(Publicado originariamente para la revista Muzikalia ; Fotos: Vanessa Galiano).

La ansiada reunión de Surfin´ Bichos por la que tanto suspiramos, con la perspectiva que aporta el tiempo, tuvo bastante de espejismo satisfactorio. Mucha expectación, muchas ganas de recuperar la esencia de un mito, pero unos resultados que se tradujeron en una desgana y una ligereza escénica algo irritantes para una leyenda del rock independiente nacional. Algo impedía a la maquinaria funcionar a pleno rendimiento.

En la misma sala donde fui testigo de esa resurrección a medio gas, iba Fernando Alfaro a recuperar su reencarnación salvavidas como lo fue Chucho. Y, paradojas del destino, en esta ocasión el resultado fue memorable para los que tuvimos la suerte de congregarnos en Joy Eslava.

Con la previsible ausencia de Isabel León en esta reunión, la alineación titular del perro sin nombre acompañado por Javier Fernández, Juan Carlos Rodríguez, Miguel Gascón y Emilio Abengoza hizo su entrada en una sala que tardó en llenarse, pero que antes de comenzar la velada mostraba ya el aspecto de las grandes citas.




Lo primero que llamó la atención tras acometer del tirón "Conexión de hueso", "Motor de perro negro","El ángel inseminador" y "Mi anestesia", era la confección de un set list hecho por y para fans auténticos de la banda; los grandes hits llegarían después, pero esta maquinaria de torpedos al hígado era tralla bendita. Aún así, unos problemas iniciales de sonido deslucieron este conjunto de temas.

La cosa cambió del todo con la eclosión de "No me importa (carta bomba)" y "Extrarradio", dos canciones para nada habituales y que sonaron trascendentes y dolientes, como las grandes plegarias lo requieren. Desde ese instante las constantes sonoras mejoraron notablemente y la base rítmica, el teclado y los apuntes de guitarra brillaron con la nitidez que merecían.




La propuesta actual de Chucho engarza a la perfección con la naturaleza de Koniec (04), uno de los discos más infravalorados de la historia: crudo, arisco y rasposo, así fue avanzando el show, recuperando más adelante la solvente "Gran angular" y un himno perfecto para este presente repleto de chupasangres, "La mente del monstruo".

Por supuesto que la sequez imperante y necesaria no excluyó una emoción palpable: "Ricardo ardiendo", "Visión de rayos-x", "Un ángel turbio" -una de las pruebas más concluyentes de que Fernando Alfaro es uno de los mejores compositores que ha dado este país y "Revolución" -el canto más bello erigido al sentimiento de estar enamorado-me dejaron con las lágrimas asomando mezclando la melancolía y la esperanza.

Y si el grueso del show había sido inapelable, los bises que nos tenían reservados elevaron el concierto a uno de los puñetazos en la mesa más sonados que ha dado una banda reuniéndose, mostrándose plenos de vida, coraje y músculo. El primero, antes de la consabida "Magic", engarzó dos salivazos enérgicos que sonaron a gloria bendita: "Erección del alma" y "Perruzo", volviendo esta última bastante desquiciado al personal.

Y ni en mi sueños más húmedos imaginé una catarsis tan bestial como el fin de fiesta que nos tenía reservado este perro del infierno. Me refiero a una "Inés Groizard" ruidosa, distorsionada y dislocada que nos reventó en la cara como una misa negra que celebraba el regreso de una banda necesaria para soltar dentelladas a unos tiempos convulsos con demasiada mediocridad haciendo daño.

martes, 18 de diciembre de 2012

2000-2009 una década de discos trascendentales en mi vida.


(Números uno anuales elegidos por mí para el programa de radio La Parada de los Monstruos).

Como sabéis año a año realizo una lista de mis discos preferidos en ese ejercicio. Supone una forma de mirar atrás y hacer inventario de la banda sonora que ha acompañado mis días durante ese periodo: el refugio antes sufrimientos, la exaltación de los placeres y, en definitiva, el testimonio de seguir viviendo. Esta es la recopilación de los discos fundamentales cada año de la pasada década; poco importa si actualmente suponen más o menos en mi vida, lo que trasciende es el valor coyuntural que les dí en ese momento y les convierte en parte inexcusable de mi ser.


2000. The Cure: Bloodflowers. Uno de sus trabajos más densos y mejor trabajado literariamente si esto es aún posible a esas alturas en una de las plumas que mejor sabe constatar la crónica del nacimiento, auge y desvanecimiento del amor: Robert Smith, el último ser que supo acoger el significado auténtico del termino "Romanticismo" en sus entrañas. Letanías arrastradas que van ahogando al oyente en la escucha bajo un magma de cieno mientras observa la desintegración de todo en lo que alguna vez creyó.



2001. Weezer. Green Album. Actualmente una banda dispersa, incontinente por momentos e incapaz de repetir la eficacia e inspiración certera para crear melodías y canciones con pegada directa e imbatible. Pero todo fue distinto en aquel lejano 2001 cuando Rivers Cuomo y los suyos regresaban a la palestra tras muchos años con un disco de duración ajustada lleno de himnos del mejor power pop con músculo que se recordaba, todo impregnado de ese deje melancólico vintage 50's que era la guinda a un trabajo donde no sobraba ni un segundo.



2002. Sigur Rós.( ). Este es el grupo que más me ha acompañado en los momentos más trascendentales de mi vida en los que he necesitado cauterizar los efectos de algún acontecimiento en mi persona. Su capacidad de evocación, fragilidad y ejemplo intangible del ideal de belleza nunca alcanzó una excelencia mayor para quien os escribe. Un disco que huía de las trabas del verbo, de las acotaciones de títulos, artworks o cuestiones externas para que uno mismo construyera a su manera el retablo hermoso y doliente de aquellos que no renuncian a sentir por encima de cualquier cosa. Inmortal.



2003. A Perfect Circle. 13Th Step. Una de las bandas más anheladas, con su segundo trabajo logró acrecentar el intrincado universo de emociones al que transporta su música. Como la más abrasadora muralla de hielo, se cernían sobre nosotros un conjunto de canciones que desde cierta distancia vaporosa e ingrávida lograban traspasarnos las entrañas derritiendo nuestra persona y drenando nuestra sangre sumidos en un escalofrío mudo.



2004. Chucho. Koniec. El disco más incomprendido de Chucho, el proyecto con el que más maravillas nos obsequió Fernando Alfaro rozando casi el legado de Surfin' Bichos. Un disco rasposo, incómodo, que suena desde su propio título a final, pero que no lo hace por la vía fácil ni autocompasiva, sino a través de un compendio de vivencias propias del universo canino en un trabajo que rebosa honestidad, desencanto y valentía para denunciar los varapalos que la existencia nos propina. El absoluto territorio yermo en youtube para encontrar material de calidad de este álbum, constata su malditismo injusto y facilón.



2005. Ryan Adams & The Cardinals. Cold Roses. Estas rosas frías que nos ofreció Ryan Adams fue el cénit creativo de un año donde llegó a publicar hasta tres discos de estudio. Sentidas tonadas del mejor rock de raíces norteamericano, siempre dulces, pero no empalagosas, con una capacidad para conmover realmente encomiable y desarmante, convertía cada canción en nuestra pequeña gran tragedia cotidiana en constante ajuste de cuentas con el espantapájaros deshilachado del desamor. Tragedias de habitación que calaban hondo.



2006. Standstill.VivaLaGuerra. Una de las bandas nacionales que más ha crecido exponencialmente lanzamiento a lanzamiento, conseguían por fin un lenguaje propio e intransferible en esta su obra más trascendental. Un retablo de pequeños combates cotidianos en los que la guerra particular de cada cual no es jamás dada por vencida y que, por encima de todas las cosas, nos une en esas pequeñas miserias y conquistas humanas que van copando nuestro transitar como migajas encima de una mesa hasta crear un esbozo siempre incompleto de lo que somos.



2007. Los Planetas. La leyenda del espacio. Los planetas comenzaron con este disco su inmersión en la tradición folklórica española, algo que ya habían hecho puntualmente con antelación. Contrariamente a lo que piensan algunos esto no les hizo perder carácter, todo lo contrario: sus canciones ganaron en complejidad, oscuridad y emotividad. Un trabajo de estudio reverencial hacia el flamenco que, adaptado a su libro de estilo, se convertía en un cuadro de letanías profundas, sentidas y estremecedoras.  Tradición, "quejío" y electricidad cauterizadora.



2008. Sigur Rós. Með suð í eyrum við spilum endalaust. Los islandeses conseguían con esta impronunciable obra su trabajo más heterogéneo. Nuevas vías expresivas más terrenales se mezclaban en perfecta armonía con sus ejercicios más etéreos, aquellos que nos permiten viajar a un mundo irreal donde refugiarnos de los sinsabores de aquel en que habitamos y no pocas veces nos lanza dentelladas sin compasión alguna. La constatación definitiva de que el talento de Sigur Rós, unido a su emotividad inalcanzable en cualquier otra banda, eran infalibles a pesar de humanizar sus cualidades divinas.




2009. Mono. Hymn to the immortal wind. Los japoneses Mono lograban con este disco la consagración absoluta del post-rock en alianza con la música clásica. Nunca nadie antes había integrado la ampulosidad de ambos estilos con tanta maestría y con un resultado tan sobrecogedor. Una obra de una melancolía ingente, un viaje al fondo del recuerdo, donde habitan los sentimientos más puros y olvidados, un peregrinaje hacia los restos del naufragio para, con la abnegación y el amor más invencibles, construir desde las cenizas la fortaleza más infranqueable que se haya erigido jamás a través de las vivencias inmortales de los corazones más a flor de piel.