Una de las cosas que más asombra en esta vida es descubrir que, a pesar de los años, la capacidad de sorpresa aún surge en ocasiones. Y eso es lo que viví el pasado jueves en Madrid, en una noche que aunaba un triple cartel con los maravillosos The Appleseed Cast como protagonistas.
Estamos acostumbrados al sonido fabuloso de Moby Dick; tanto que no se me ocurre una mejor sala para conciertos reducidos en la capital. Pero esto fue de matrícula de honor: sonido limpio, penetrante y envolvente, de principio a fin, haciendo partícipe de él a las tres bandas.
Sólo eso ya es un seguro y un deleite para lograr introducirnos en el directo. Y el resto, y de qué forma, lo consiguieron unas formaciones que apelan a la emoción, algo que, por desgracia, está cayendo en desuso en unos tiempos que destilan una música tan preciosista como insultantemente vacía.
Bikes & Girls supusieron para mí una agradable sorpresa. Se trata de un proyecto madrileño que cuenta con miembros de Fira Fem y Jamie 4 President. Texturas de cálida nostalgia construidas a través de destellos electrónicos sintetizados y melodías orgánicas. Un aperitivo estimulante que nos dejó con ganas de más.
Con los italianos June Miller, cualquier atisbo de levedad se esfumó y la intensidad se adueñó del escenario. La perfección sonora alcanzó la excelencia con ellos y llenaron la sala sin resultar ampulosos, derrochando una sencillez prodigiosa y envidiable. Como mejor baza, sus preciosos pasajes instrumentales construidos a través de muros de guitarras que nos situaban ya muy cerca de The Appleseed Cast.
La banda que con todo merecimiento se ganó el calificativo de herederos del sonido de los insustituibles, por otro lado, Sunny Day Real Estate, llegaba para presentarnos su último trabajo, Illumination ritual (2013). Su midwest emo de los primeros trabajos ha ido mutando poco a poco en una propuesta más personal y con carácter que coquetea con el post rock o las estructuras rítmicas complejas.
Desde Peregrine (06), los desarrollos instrumentales han adquirido una importancia fundamental, si bien desde sus inicios ya existían claros ejemplos. Comenzaron centrados en su nuevo trabajo, del que sonaron extraordinarios sus mejores pasajes, "Cathedral rings", "30 Degrees 3 AM" y, especialmente, una brutal "Barrier islands (do we remain)". Hasta temas que en estudio no me dicen mucho como "Adriatic to Black Sea", ganaron mucho en vivo.
Pese a sonar un poco aceleradas algunas interpretaciones, un volumen demasiado alto - que ahogaba en ocasiones la voz de Christopher Crisci- y breves parones que sacaban un pelín del clímax musical, fue un concierto soberbio, con momentos a recordar entre los más estremecedor que he visto en un escenario.
Esos llegaron, como casi siempre ocurre, cuando echaron la vista al pasado y nuestros corazones se fueron con ella: "On reflection", "Fishing the sky" y "Steps and numbers" resultaron prodigiosas, milagros que exorcizaban la angustia que nos atenaza en estos tiempos tan ingratos. Como colofón, la inabarcable y ambiciosa "As the little things go", -cumbre sin paliativos de su irregular Sagarmatha (09)- y un bis crudo con Chris solo interpretando "Fight song", cerraron una velada mágica e irrepetible.
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