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lunes, 7 de marzo de 2011

Recetas para El Fin del Mundo

(la primera vez que un comentario en una red social se convierte en algo aprovechable para mi blog)

Soluciones a un mundo Ahogado:

1. Subir el sueldo mínimo de este país.
2. Hacer una ley que fije un techo a los sueldos más altos, un tope salarial, con lo que podrían subirse de sobra esos sueldos mínimos.
3. Reformar por completo el IRPF. No pagando necesariamente más impuestos, pero sí gravando las rentas más altas y a las más bajas reduciéndoselos o eliminándoselos. Un impuesto realmente progresivo y no con tramos tan absurdos como los que existen ahora. Esto podría aplicarse a la mayoría de impuestos.
4. Permitir dentro del "libre mercado", esto entre comillas, la intervención del Estado no de manera invasiva, pero sí ante posibles abusos.
5. Una reforma completa del empleo público. Reestructuración en base a necesidades y destinar ese dinero público a otros fines más necesarios.
6. Abolición de la monarquía española. Instauración de una República Federal que eliminase una cantidad de gastos del estado a todos los niveles absolutamente alarmantes y antidiluvianos. Todos los derivados de la monarquía y todos los derivados de las políticas autonómicas. Las banderas, todas, son trapos. Uno de los elementos más tristes de la sociedad moderna es la identificación con el patriotismo, cosa que debiera cambiarse por identificarse con los amigos, la gente que quieres, la que te necesita y la que es necesaria. Esa es la única patria universal, herencia del pensamiento ilustrado.
7. Por supuesto, una reforma de la Ley Electoral completa eliminando el injusto sistema de escaños que tanto favorece la merienda de negros, perdón, de blancos, bipartidista.


P.D. Y, sobre todo, no olvidar que siempre seremos muchos más los que tenemos menos que los que tienen más, los jodidos que los jodedores. Sólo por esa obviedad la lucha colectiva debiera alzarse siempre sobre los intereses de unos pocos. Cuando queráis quedamos para un Juramento de Juego de Pelota.

domingo, 20 de febrero de 2011

In(pactos) de la Moncloa

Rememoremos la magdalena histórica proustiana.
2011: Precariedad laboral, por no hablar de la vital que sería meternos en ignotas elucubraciones. Se me viene a la mente ahora la capitulación bajo cuerda de las reivindicaciones sindicales y obreras con los Pactos de la Moncloa nacidos al amparo de la democracia española que hacían claudicar los intereses sociales y económicos de la clase trabajadora en pos de los beneficios industriales y empresariales de las compañías. Y ni siquiera los autores que han firmado crónicas del movimiento obrero nacional han tenido el coraje o la posibilidad de evitar la (¿auto?)censura para constatar el hecho de manera clara; han jugado al retruécano indicando que los trabajadores y sindicatos que les representan tuvieron "el gesto" de aminorar sus peticiones y derechos potenciales de cara a conseguir el avance del país en materia económico-tecnológico-industrial. Un "desarrollismo" basado pues en la mejora parcial y dirigida de la realidad obrera tras los muchos años sufridos de acoso con el franquismo, Derecho a huelga sí, a sindicarse sí, pero con unas metas que tenían -y tienen- las alas cortadas de nacimiento. Eso es la antesala del avance de hoy potenciado por esa demoledora globalización que destruye identidad, conciencia y compromiso en pos de esa amorfa mole creada por el monosistema mundial actual.
Como decía Julius Fucik en su Reportaje al pie de la horca: "no olvidéis". No debe olvidarse nunca la posición y posibilidades que ocupamos en un determinado momento, la realidad que fue claudicar en lo social por el interés de la "politeia" española donde todos los partidos bajaron el volumen a las reivindicaciones obreras hipotecando no sólo su presente, sino su futuro, un futuro que ahora nos rasca la barriga.