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jueves, 17 de enero de 2013

Star Wars: Los 10 peores momentos de la trilogía moderna.


Advertencia: La lectura de este artículo desvela acontecimientos importantes en el desarrollo del universo Star Wars. Es recomendable haber visto las películas previamente. Además, añadir que está confeccionado desde una perspectiva de fan lejos de intentar menospreciar la trilogía moderna, sino más bien con la de señalar puntos negativos que, de no existir, conseguirían hacernos disfrutar mucho más su visionado.

Ya comenté al elaborar el artículo acerca del orden más óptimo para entrar en el universo Star Wars (leer aquí el artículo), mi intención de crear uno nuevo. Pues bien, este es el resultado. Se trata de una compilación personal de los puntos negativos más destacables que encuentro en los episodios I al III y que contribuyen negativamente a la percepción positiva de las películas. Allá van.

1. La propia existencia de Jar Jar Binks. Este es un punto que pone de acuerdo a la inmensa mayoría de amantes de Star Wars. Tanto indignó su aparición en La Amenaza Fantasma que incluso surgieron portales de internet para recoger firmas con la intención de que el personaje no volviera a aparecer en los episodios siguientes. A George Lucas se le rogó por activa y por pasiva sin conseguirlo: Lucas confirmó públicamente su aparición en los restantes episodios. Un personaje patoso, bastante tonto y con unas manifestaciones de humor irritantes, alejadísimas del toma y daca divertido y entrañable que en la trilogía clásica dispensaban C3-PO y R2-D2 como metáfora galáctica de las divergencias clásicas Quijote-Sancho cervantinas.


Eso sí, la utilidad del personaje no es tan absurda como pensamos. Lo pude comprobar al tratar con las personas del todo alejadas de la religión de La Fuerza, vamos, aquellos menores de estos tiempos y adultos que no han visto en su vida la saga y tenían que cumplir expediente; sorprendentemente cuando visualizar estos filmes relativamente nuevos se vieron superados por Jedis, Siths, Federaciones de Comercio y bloqueos galácticos y sólo abrieron la boca para soltar carcajadas cuando Jar Jar Binks saca la lengua o se le cae un explosivo de las manos tras hacer el ganso. Lamentable, pero marketiniano a tope: lograr resultar entretenido para los que les trae al pairo Star Wars. Así ya tenemos un target globalizado máximo. Y yo que pensé que todo había quedado en los peluches de la Luna de Endor.

Lo que sin embargo me parece un sádico ejercicio complaciente es la forma en que se manifiesta esa aparición en los dos episodios siguientes: una reducción de escenas para Jar Jar absolutamente deliciosa, es más, en su única participación destacada en El ataque de los clones lo hace para realizar una intervención fatídica en el senado galáctico que conlleva el auge casi definitivo de Palpatine. Es decir, remarcar aún más su bobería haciendo ácido escarnio. En La venganza de los Sith, ya la minimización es máxima y aparece en dos o tres planos aislados y sin decir ni pío.

2. La batalla en Naboo entre gungans y droides de la Federación de Comercio. Esta batalla falla desde dos aspectos: por un lado el meramente visual. Y es que los destacamentos de droides que aterrizan desde las naves y se preparan para combatir en esas llanuras verdes, junto a los escudos generados por los gungans y el desarrollo dinámico de las escenas deja mucho que desear. Parecen salvapantallas de windows eleborados a partir de un corta-pega infinito. La sensación de irrealidad sintética es flagrante, esquemas hechos por ordenador que imposibilitan introducirse mínimamente en situación mientras que antes bastaba la miniatura de un tauntaun moviéndose torpemente por Hoth para dejarnos en la butaca a -20ºC.


Y, claro, nuestro "querido" Jar Jar Binks no puede faltar dirigiendo el cotarro. Todo con saltos estúpidos, casualidades, enredos y demás tonterías que permiten ir sobreviviendo a los gungans frente al numeroso ejército mientras se intenta desactivar desde el espacio la nave que genera la energía de los droides. Se pueden tener ciertas licencias, ¿quién no recuerda en la trilogía de El Señor de los Anillos a Legolas haciendo de skater bajando unas escaleras del abismo de Helm encima de un escudo o subiendo como Tarzán encima de un mumakil derribándolo?, pero lo que no se puede hacer es justificar como motivo principal de resistencia bélica la estupidez supina y las patochadas infantiles de guardería. El acontecimiento bélico más vergonzoso de la historia del celuloide.

3. La destrucción de la nave que controla los droides en el espacio de Naboo. Paralelamente al anterior acontecimiento, se desarrolla en el espacio una batalla estelar que también es el punto más bajo de éstas, algo que curiosamente Lucas siempre ha cuidado al máximo. De nuevo la casualidad absoluta permite la derrota final del ejercito droide y evita el exterminio gungan. Pero es que ahora es más flagrante: la casualidad le ronda al Anakin Skywalker niño que no olvidemos es el personaje capital de todo Star Wars. Él es el encargado de destruir dicha nave de control tras pilotar de forma accidentada un caza de Naboo y llegar hasta ella.


Evidentemente las dotes de pilotaje de Anakin quedan constatadas desde la alucinante carrera de vainas en Tattoine y eso le permite cierta ventaja a la hora de pilotar una aeronave desconocida. El caso es que el vértigo de ese desconocimiento llevan al niño a unos absurdos monólogos trufados de los molestos "Uppppsss" -estoy seguro que a poco que recordéis las películas no podréis evitar acordaros de los puñeteros "Upppsss"- cada vez que Anakin pulsa un botón o mueve una palanca al azar y no, no con un mínimo de sutilidad instintiva o mínimo despertar de La Fuerza inherente en él y aún por explotar, no: fruto de la subnormalidad más demoledora y que en este caso duele mucho más que en el mongólico Jar Jar Binks.

4. La persecución de la cazarrecompensas cambiante en Coruscant por parte de los jedis. Este es un punto también muy grave. Sobre todo por la falta de identidad y afinidad al universo Star Wars que lo acompaña y que es la seña de (des)identidad básica de el Episodio II, El ataque de los clones.

Para empezar estéticamente existe una enorme deuda con el universo cyberpunk de Blade Runner, algo del todo innecesario y que podría haberse evitado inteligentemente. Star Wars destaca por crear entornos propios, arrebatadores y dotados de una personalidad sólida. Pues aquí en absoluto: los neones, las construcciones, la atmósfera urbanita están calcados de Blade Runner que además considero que es una estética que encaja muy mal con la de Star Wars.


Ojalá todo fuera eso: la persecución aérea deja muchísimo que desear. Los irritantes diálogos que desde el arranque de la película entablan Obi-Wan y Anakin  para advertir al espectador de forma zafia de los primeros encontronazos de personalidad y rebeldía entre maestro y aprendiz, adquieren en este trayecto su culmen decadente. Propio de una película española de El Torete y El Vaquilla robando coches ("Este chico no aprende", "Lo ha vuelto a hacer"...) acompañado de delirantes planos donde no entra en juego La Fuerza, sino la flipada increíble más alucinante (la recuperación del sable de Anakin por parte de Obi-Wan o cuando se tira al vacío el padawan para caer justo sobre el vehículo de la cambiante).

Como broche, la llegada al antro nocturno donde finalmente dan caza a la cazarrecompensas: Obi Wan hace replantearse la vida a un traficante de sustancias haciendo uso de la convicción de La Fuerza. Bochornosa moralina conservadora.

5. Anakin Skywalker y Padmé pasan apuros en la fábrica de droides de Geonosis. Una de las constantes del cine actual de acción o fantástico por desgracia es la de parecer a veces videojuegos. Pues bien, en estos lances del Episodio II dan ganas de que nos entreguen un control pad a los espectadores y podamos pulsar el botón de salto/disparo para controlar el destino de los protagonistas.


De nuevo una impersonalidad máxima, una consecución de acciones burda y sin tensión real, sintética, mal planteada y rodada y que conlleva una sorpresa inesperada: RD-D2 ¡¡¡¡¡volaba!!!!!!!!!!! no creas que en Dagobah lo emplea para evitar ser engullido por su pantano o para hacer más llevadero su trayecto por zonas peligrosas al acecho de Jawas en Tattoine -lo mismo no había para reponer su gasolina en los tiempos precarios de la resistencia rebelde-. El caso es que algo hay que añadir en la desconcertarte escena propia de la Fase IV de Super Mario World.

Nota: La wiki-enciclopedia de Star Wars explica cómo esa propulsión de cohetes posteriormente es dañada en R2-D2 y por ello no logra volar más. Explicaciones socorridas para lo inexplicable.

6. El circo romano de bestias en Geonosis. Geonosis la verdad que es una mina de despropósitos, y entre ellos está este homenaje al circo de gladiadores romano en que nuestros protagonistas se ven amenazados por tres bestias de lo más heterogéneas entre sí. Una vez más lo irritante es la falta de tensión y el desarrollo mecánico de los acontecimientos.

Es increíble lo fascinante y absorbente que era ver a Luke Skywalker al borde de la muerte al ser arrojado al foso donde habitaba la bestia descomunal  encerrada por Jabba el Hutt y la asepsia por contra que despiden estas escenas. El entorno digital qué duda cabe que también juega en contra a través de su sintetismo y carencia de alma. El motivo principal por el que Lucas emprende estos entuertos no me cabe duda que es el decir "¡Eh! mirad que bestias más alucinantes somos capaces de crear en Lucasfilm, así que contratad nuestros efectos especiales cuando vayáis a hacer una película, chicos".


Igual de irritante parecía en el Episodio I cuando Qui-Gon Jinn y compañía se ven obligados a atravesar el núcleo submarino de Naboo y no dejan de aparecer bestias marinas más y más grandes comiéndose sucesivamente unas a otras. Descarado.

7. La batalla clon de Geonosis. Y el cenit a este viaje por el arisco planeta lo tenemos en la contienda bélica. Aquí ya el festival de rayos láser, sables de luz multicolor, jedis, soldados clon, droides y vehículos de combate adquiere dimensiones bíblicas y lo más alarmante es que es como si no ocurriera nada delante del espectador. Si no fuera por la persecución y combate jedi-sith con el Conde Dooku por parte de Anakin, Obi-Wan y Yoda no habría alma humana que soportara los últimos minutos del Episodio II, con merecimiento la película que atesora más puntos negativos en esta lista.


De nuevo la perspectiva videojuego, la falta de humanización y el estruendo juegan muy en contra del origen de las fastuosas Guerras Clon. Bien hubiera hecho George Lucas en tomar ejemplo de cómo rodar y transmitir sensaciones en entornos de este tipo de Peter Jackson en el asedio al abismo de Helm en ese mismo año 2002.

8. Obi-Wan se enfrenta al General Grievous en Utapau. Maravilloso resulta para mí como fan de Star Wars apreciar cómo George Lucas consigue con el Episodio III recuperar el pulso narrativo, la emoción y dotar a la trilogía moderna de una conclusión altísima que engarza a la perfección con su primitivo legado inmortal.


Aún así hay flecos que pudieran haberse mejorado. Uno lo encontramos en la llegada de Obi-Wan a Utapau para atrapar a Grievous. Este es uno de los pocos bloques que recuerdan los continuos desatinos del Episodio II; en parte por la propia naturaleza de Grievous que no termina de ser santo de mi devoción por su propia ingeniería y manera de combatir mecanizada y estrambótica muy de estos tiempos, pero ante todo por la dichosa bestia que se vuelve a sacar de la manga Lucas, esa especia de grifo sobre el que cabalga Obi-Wan en su busca esquivando peligros mientras ansiamos de nuevo un joystick. El combate uno contra uno no está en sí muy conseguido; muy por debajo de, todo hay que decirlo, uno de los puntos fuertes de El Ataque de los clones: el enfrentamiento Jango Fett-Obi-Wan en la fascinante atmósfera de Kamino.

9. El maquillaje empleado con Lord Sidious tras el combate con Macu Windu. Tras la escena en que los jedis comandados por Mace Windu van a detener al desenmascarado por fin Lord Sidious y el intenso enfrentamiento con él que termina con la muerte del jedi por la intervención fatídica de Anakin Skywalker justo antes de ser nombrado Lord Darth Vader, las secuelas que sufre el emperador son tangibles en su rostro por el desgaste que su propia energía le genera al hacer pantalla con el sable de luz el personaje encarnado por Samuel L. Jackson y refractarla sobre el Lord del Sith.


Pues bien, es del todo sorprendente lo mal terminadas que están esas secuelas sobre su cara utilizando un maquillaje ridículo, que produce más risa que pánico o inquietud. Absolutamente nada que ver con el repulsivo y aterrador rostro -con independencia de los veinte años que pudieran pasar- luce el Emperador en El Retorno del Jedi. Y sorprende más por ser tratado por un equipo de experto que tan buenos resultados ha logrado siempre. Algo que desconcierta y que, pese a ser un detalle menor, causa cierta indignación en un personaje tan trascendental y al ser algo mejorable a todas luces por poco que se hubieran esmerado.

10. La supresión de la escena de la llegada de Yoda A Dagobah tras su exilio forzado. Esta vez no hablamos de un momento, hablamos de una ausencia imperdonable, y no sólo para mí y muchos seguidores, sino para buena parte del equipo de rodaje de La venganza de los Sith que no entendió cómo Lucas con todos los elementos prescindibles de la nueva saga, pudo omitir una escena tan lírica y bella, trascendental para nuestros corazones como epitafio temporal hasta la llegada de Luke en El Imperio Contraataca para aprender los designios de La Fuerza por parte del honorable maestro Jedi al lejano planeta Dagobah.

40 segundos que me ponen al borde de las lágrimas con ese guiño orquestal incluido. Su omisión es un acto de ruindad difícilmente aceptable. Os invito a verla a todos aquellos que no la conozcáis.


La eliminación de una micro-escena más incomprensible y dolorosa del cine que recuerdo.


Hasta aquí mi artículo. Espero que tras su lectura todos los detractores de la trilogía moderna hayáis quedado a gusto y tengáis ganas de volver a disfrutarlas por todas las cualidades buenas que también atesoran por escondidas o desapercibidas que os hayan pasado. Congratularse con ella es uno de los más agradecidos ejercicios para los amantes del legado Star Wars.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Star Wars. ¿Existe un orden ideal para ver la saga?


Advertencia:
Este es un artículo hecho por un fan para fans de Star Wars. No recomendable para "haters" integristas de la nueva trilogía que no hayan dado oportunidades suficientes a las películas o no las recuerden en absoluto, ni tampoco para quienes no hayan visto las películas y quieran hacerlo -alguien habrá en la galaxia- pues contiene diversos spoilers fatales que desvelan hechos fundamentales de la trama.

Advertir, igualmente, que este no es ningún artículo minucioso o enciclopédico hecho por los frikis del universo Star Wars que conocen hasta el modelo de calzoncillos del almirante Ackbar y su peso en miligramos el día que no se ha puesto muda limpia.


Cada año desde su aparición en versión extendida en DVD, recordamos en casa la trilogía de El señor de los Anillos. Un viaje de unas doce horas que este año, tras un número considerable de veces, decidimos cambiar por otro igual de fascinante al universo Star Wars.

Fue un tour de force de seis películas seguidas que mucho seguidor habrá hecho en algún momento. En nosotros surgió la duda de si el visionado debiera obedecer al orden cronológico de los acontecimientos o bien al orden en que aparecieron las películas.

Consideramos decantarnos por la primera opción al conocerlas, si bien llegamos a la conclusión de que todo neófito debiera hacerlo en el orden del estreno de las películas más que nada para incrementar crescendos como la confesión de Darth Vader como padre a su hijo Luke en El Imperio Contraataca, darle más juego a los flirteos amorosos iniciales entre dos aguas de Leia con Han Solo y Luke Skywalker o el descubrimiento por parte de los Jedis supervivientes a Luke Skywalker de la existencia de una hermana suya, la propia Leia.


Fascinantes teorías como la de que mecanizar el cuerpo de un Jedi le va acercando al Lado Oscuro logran mantenerse en ambas trilogías: Luke Skywalker pierde la mano al final de El Imperio Contraataca en su enfrentamiento con Vader y le es transplantada una artificial, y de igual forma, en el Episodio II Anakin directamente pierde un brazo en su enfrentamiento junto a Obi-Wan y Yoda contra el Conde Dooku.


Otra teoría que sin embargo se mantiene sólo en la antigua trilogía y que por desgracia se pierde con la nueva -tengo en preparación otra entrada con los 10 peores momentos de la saga- es la teoría del color de los sables láser: en origen, el sable azul es el Jedi y el sable rojo el sable Sith. Todo ello conlleva a la inquietud de El Retorno del Jedi con la irrupción de Luke con un nuevo sable verde.


Esto debiera ser considerado como un paso intermedio entre el Jedi y el Sith, un momento de debate entre la luz y la oscuridad, apoyado magistralmente en la fustigación mental de Luke tras la confesión de su padre, el uniforme impolutamente negro con que se presenta en la corte de Jabba el Hutt y cómo no, el propio rostro que había adquirido Mark Hamill tras su accidente.

Lógicamente con el momento primavera en El Corte Inglés que se saca de la manga el señor Lucas en el Episodio II con la batalla de los Jedi en Geonosis, todo este constructo se pierde. Yoda aparece con un sable verde y desde luego poco podemos dudar de la fe en la Fuerza de este Maestro. Mace Windu aparece con un sable fucsia, y por allí campean hasta sables amarillos, en fin, toda una fascinante teoría cromática ingenua hecha pedazos. Como digo, ya castigaré, desde mi lado benevolente y entregado obviamente, estos errores en un futuro artículo.


También es cierto que todo esto puede considerarse de forma contraria, y deleitarse linealmente con la saga, pero pienso que sin los suficientes visionados no es apropiado. Son muchos los pequeños detalles que, sin embargo, sí se consiguen apreciar conociendo de antemano los acontecimientos, aportan información curiosa y rica que en cierta forma engrandece las ideas de George Lucas tanto iniciales como las últimas no hilvanadas con tanta genialidad por desgracia.

Son pequeños apuntes sutiles sobre todo por el camino de redención poderosísimo de Anakin Skywalker en la segunda trilogía, apreciable ya en pequeñas dosis desde el Episodio IV o detalles como en el que en el mismo episodio nos produce gracia y comprendemos a la perfección tras la nueva trilogía. Me refiero a la huida despavorida de varios guerreros Tusken tras dejar sin conocimiento a Luke en el desierto de Tattoine con tan sólo la llegada lejana de los andares de un Jedi como Obi Wan. Obviamente, eso se debe al literal exterminio de moradores de las arenas que comete en El ataque de los clones Anakin Skywalker tras haber sido los causantes de la muerte de su madre -mejor momento del film posiblemente-.


Otros a tener en cuenta es el reseteo de memoria de C3-PO al final del Episodio III -y no de R2-D2, por lo que él recordaría todos los acontecimientos de la primera trilogía en la segunda y sería el auténtico cronista subterráneo de la saga desde su aparición en Naboo-. El reseteo de C3-PO conlleva que no pudiera recordar a Obi-Wan, el reparto de gemelos entre Tattoine y Aldearaan, el hecho de que Anakin fuera su creador, etc.


También al final del fabuloso Episodio III se justifica el aprendizaje de volver desde el mundo de los muertos de Obi-Wan al indicarle Yoda que será una técnica que le enseñará durante su exilio en Tattoine el propio Qui-Gon Jinn. En última instancia, eso justifica el propio "suicidio" que Obi-Wan se auto-provoca en parte en el combate de sable láser con Darth Vader en el Episodio IV, tanto para cerrar el círculo y permitir que la profecía del equilibrio de La Fuerza se cumpla como por el propio hecho de que, a pesar de morir, su posibilidad de trasladarse desde el otro mundo, le permitirá un enlace definitivo con el por entonces Jedi en potencia Luke y moldear su destino.


Ver de esta forma la trilogía también permite entender, o mejor dicho, justificar los andares pesados y grotescos de Darth Vader: el estado en que queda prácticamente su mortaja en Mustafar tras el trepidante combate con Obi-Wan le deja sin piernas y sin su restante brazo humano, por lo que todos los miembros de Darth Vader están mecanizados y le hacen andar de forma pesada y torpe tras su reconstrucción.


Interesante resulta también este visionado para apreciar el desarrollo tecnológico y de diseño que las flotas de naves adquieren con el tiempo al igual que los engendros mecánicos. En El ataque de los clones ya observamos campear precursores primitivos de los ATT-Walkers y en La venganza de los Sith, los propios Anakin y Obi-Wan acuden al rescate-señuelo del Canciller en dos proto Tie-fighters y se aprecian también las naves antecesoras del X-wing surgidas durante las Guerras Clon.


Hay que reconocer que es mérito de Lucas el lograr con mucha más tecnología y medios digitales e informáticos el esfuerzo por intentar que los nuevos diseños mecanizados parezcan más antiguos al ser anteriores en el tiempo que los de la entrañables maquetas de la primera trilogía y a mi juicio lo consigue.

Un pequeño detalle que me hace mucha gracia también es la escena en la que Yoda, tras la masacre emprendida por Darth Sidious, va en su busca para arreglar en un enfrentamiento personal el entuerto. En ella se topa con dos guardias reales del emperador; ya sabéis, esos solemnes caballeros carmesíes todo fachada en las películas.


Pues bien, si en el Retorno del Jedi tan sólo inquietaban con su apariencia, pero en ningún momento les vimos hacer uso de sus, en teoría, letales habilidades, en el Episodio III es divertidísimo e irónico como, al encontrarse ante una pareja de ellos el Gran Maestro Jedi, lejos de ofrecernos un combate mínimamente excitante o por fin el potencial de dicha guardia, nada más aparecer Yoda por el quicio de la compuerta, se derrumban como auténticos bolos con un sólo ademán de La Fuerza por parte del Maestro. Guiño sutil pleno de escarnio.

Ver de forma lineal los films permite apreciar como es un clásico por parte de los Sith conspirar constantemente al adquirir cierta hegemonía para oponerse a quienes les habían otorgado su confianza en el mal.

Así, el Conde Dooku, pese a estar confabulado con Palpatine en la compleja trama de creación del Imperio Galáctico, ofrece al Obi-Wan cautivo la posibilidad de aliarse con él y dominar la galaxia en el Episodio II. En el Episodio III es el propio Anakin, convertido ya en sith, quien se lo propone a la mismísima Padmé poco antes de intentar matarla fruto de la impotencia.


En ese momento ya apreciamos el propio arrepentimiento paulatino que sufre Anakin desde que entrega su sabiduría y poder a la Orden Sith, desde que participa en la muerte de Mace Windu a manos del Emperador o incluso antes.

Por ello, cuando ya embutido en su traje mecánico Darth Vader ofrece a su hijo Luke conquistar juntos la galaxia en El Imperio Contraataca, no es la primera vez que nos encontramos ante juegos de confabulación entre las propias huestes del Lado Oscuro.


También ayuda a entender la ayuda que presta como cazarrecompensas Bobba Fett al Imperio para cazar a los rebeldes en Bespin, aparte de su propia naturaleza como tal y el hecho de conseguir a Han Solo para Jabba el Hutt, el hecho de la muerte que a manos de los jedi, concretamente de Mace Windu, sufre su padre Jango en la batalla de Geonosis.


Para encajar correctamente el paso del tiempo y la concordancia argumental, Boba Fett fue un clon más creado a partir de su padre, pero que, a diferencia del resto que componen el ejercito clon desarrollado en Kamino, no contaba con un crecimiento acelerado por lo que concuerda perfectamente en la línea temporal de los hechos su existencia niño-adulto en el desarrollo de la saga.

Por último, no quiero pasar por el alto la necesidad o no de ver la trilogía inicial con las escenas añadidas o cambiadas que realizó Lucas hace unos años. Particularmente, salvo las mejoras de efectos y los añadidos en el planeta helado de Hoth de El Imperio Contraataca, no soy especialmente fan.


Por un lado, la aparición de Jabba el Hutt en el Episodio IV discutiendo con Han Solo sobre las deudas que este atesora con él la veo bastante prescindible, más que nada por la baja autoridad que demuestra el gusano, estando prácticamente toreado por Solo cuando hablan uno junto al otro y con una sumisión absoluta, aparte de una cara pánfila a años luz de la que exhibía originariamente.


Es maravillosa la estampa imponente que por contra demuestra apoltronado en su sede en El Retorno del Jedi y toda esa solemnidad y temor se evaporan considerablemente con este Jabba digital que adelanta Una Nueva Esperanza en su versión maquillada. No olvidemos que en las escenas originales que hubieran formado parte de la película en 1.977 Jabba tenía una apariencia humana y no como inmunda babosa gigante con la que irrumpió en el Episodio VI posteriormente. Igualmente innecesarias e irritantes resultan las modificaciones en el número musical del templo de Jabba anterior a la muerte de su primera esclava con la inclusión de nuevas animaciones y personajes que, lejos de resultar inquietantes y turbios, parecen teleñecos infantiles.

Otro añadido irritante consiste en la absurda justificación moral que se saca de la manga Lucas para determinar por qué Han Solo se carga al cazarrecompensas Greedo que va a buscarle para obtener premio por su cabeza a la Cantina de Mos Eisley.


Ya sabéis, esa escena tensa sentados en la mesa uno frente a otro en la que Greedo apunta con una pistola a Solo y éste, por debajo de la mesa, desenfunda a su vez la suya y le deja achicharrado de un disparo. Pues bien, en la escena original, el piloto del Halcón Milenario maniobraba con su arma y como digo, le dejaba seco de un tiro bajuno. Para justificar posteriormente esa acción en las ediciones remozadas de la trilogía, se añadió un disparo previo del cazarrecompensas que Han esquivaba para después disparar en defensa propia. Es algo bastante sutil, pero la moralina sinsentido para dar ejemplo es realmente recalcitrante e innecesaria.

Y otra polémica considerable es la del plano final de la saga en la Luna de Endor en la fiesta Ewok. Me refiero a la instantánea de todos los jedi desaparecidos con su aura espiritual azul. En la nueva edición remozada de las 3 películas originales, desaparecía la figura de David Prowse, el antiguo actor que interpretaba a Darth Vader, siendo sustituida por la del joven Anakin interpretada por Hayden Christansen.


Esto es una incongruencia absoluta, ya que los que justifiquen que debe ser el Anakin joven anterior a convertirse en Lord Darth Vader el que debe aparecer junto al resto de jedis olvidan lo fundamental: para ver cumplida la profecía y devolver el equilibrio a La Fuerza es el propio Darth Vader quien lo consigue a través del asesinato del Emperador y la redención ante su hijo posterior en uno de los lances más extraordinariamente épicos y emocionantes del universo Star Wars. Por tanto, jamás debiera haberse producido dicho cambio.

En resumen, no me atrevo a recomendar o determinar la ordenación definitiva para disfrutar de la saga Star Wars salvo por los criterios de conocimiento/desconocimiento de los acontecimientos que narran sus películas. Sólo espero que habiendo rememorado algunos lances más o menos trascendentales o anecdóticos, todos aquellos que siguen recordando con animadversión la nueva saga, le den alguna nueva oportunidad que les permita apreciar un sinfín de virtudes que, por desgracia, quedaron sepultadas por un generoso número de errores que será detallado en una posterior ocasión.

Ah, y ahora que el mundo está debatiendo acerca de la compra de LucasFilm por parte de Disney, lejos de infundados juicios de valor a priorísticos, sólo deseo poder rendir un nuevo homenaje dentro de muchos años a las nuevas películas de un universo que hace mucho, mucho tiempo marcaron mi corazón y mi imaginación para siempre.