LA CURA
Quizás estoy preparado para que alguien me cure, pero olvidé cuál es mi enfermedad.
Olvidé sus síntomas, sus dolencias, sus consecuencias, sus remedios...
Sí, lo olvidé por completo. Y ahora que me siento preparado -diría que hasta dispuesto- a que alguien me sane, olvidé mi enfermedad y, con ello, la virtud de ser curado.
Así que, si vienes a sanarme, disculpa si no sé agradecértelo, si no me asombro de tus prodigiosas dotes.
Disculpa, en fin, si ya no me reconozco enfermo ni tan siquiera involuntariamente sano.
(foto y poesía Raúl del Olmo).