jueves, 17 de enero de 2013

Star Wars: Los 10 peores momentos de la trilogía moderna.


Advertencia: La lectura de este artículo desvela acontecimientos importantes en el desarrollo del universo Star Wars. Es recomendable haber visto las películas previamente. Además, añadir que está confeccionado desde una perspectiva de fan lejos de intentar menospreciar la trilogía moderna, sino más bien con la de señalar puntos negativos que, de no existir, conseguirían hacernos disfrutar mucho más su visionado.

Ya comenté al elaborar el artículo acerca del orden más óptimo para entrar en el universo Star Wars (leer aquí el artículo), mi intención de crear uno nuevo. Pues bien, este es el resultado. Se trata de una compilación personal de los puntos negativos más destacables que encuentro en los episodios I al III y que contribuyen negativamente a la percepción positiva de las películas. Allá van.

1. La propia existencia de Jar Jar Binks. Este es un punto que pone de acuerdo a la inmensa mayoría de amantes de Star Wars. Tanto indignó su aparición en La Amenaza Fantasma que incluso surgieron portales de internet para recoger firmas con la intención de que el personaje no volviera a aparecer en los episodios siguientes. A George Lucas se le rogó por activa y por pasiva sin conseguirlo: Lucas confirmó públicamente su aparición en los restantes episodios. Un personaje patoso, bastante tonto y con unas manifestaciones de humor irritantes, alejadísimas del toma y daca divertido y entrañable que en la trilogía clásica dispensaban C3-PO y R2-D2 como metáfora galáctica de las divergencias clásicas Quijote-Sancho cervantinas.


Eso sí, la utilidad del personaje no es tan absurda como pensamos. Lo pude comprobar al tratar con las personas del todo alejadas de la religión de La Fuerza, vamos, aquellos menores de estos tiempos y adultos que no han visto en su vida la saga y tenían que cumplir expediente; sorprendentemente cuando visualizar estos filmes relativamente nuevos se vieron superados por Jedis, Siths, Federaciones de Comercio y bloqueos galácticos y sólo abrieron la boca para soltar carcajadas cuando Jar Jar Binks saca la lengua o se le cae un explosivo de las manos tras hacer el ganso. Lamentable, pero marketiniano a tope: lograr resultar entretenido para los que les trae al pairo Star Wars. Así ya tenemos un target globalizado máximo. Y yo que pensé que todo había quedado en los peluches de la Luna de Endor.

Lo que sin embargo me parece un sádico ejercicio complaciente es la forma en que se manifiesta esa aparición en los dos episodios siguientes: una reducción de escenas para Jar Jar absolutamente deliciosa, es más, en su única participación destacada en El ataque de los clones lo hace para realizar una intervención fatídica en el senado galáctico que conlleva el auge casi definitivo de Palpatine. Es decir, remarcar aún más su bobería haciendo ácido escarnio. En La venganza de los Sith, ya la minimización es máxima y aparece en dos o tres planos aislados y sin decir ni pío.

2. La batalla en Naboo entre gungans y droides de la Federación de Comercio. Esta batalla falla desde dos aspectos: por un lado el meramente visual. Y es que los destacamentos de droides que aterrizan desde las naves y se preparan para combatir en esas llanuras verdes, junto a los escudos generados por los gungans y el desarrollo dinámico de las escenas deja mucho que desear. Parecen salvapantallas de windows eleborados a partir de un corta-pega infinito. La sensación de irrealidad sintética es flagrante, esquemas hechos por ordenador que imposibilitan introducirse mínimamente en situación mientras que antes bastaba la miniatura de un tauntaun moviéndose torpemente por Hoth para dejarnos en la butaca a -20ºC.


Y, claro, nuestro "querido" Jar Jar Binks no puede faltar dirigiendo el cotarro. Todo con saltos estúpidos, casualidades, enredos y demás tonterías que permiten ir sobreviviendo a los gungans frente al numeroso ejército mientras se intenta desactivar desde el espacio la nave que genera la energía de los droides. Se pueden tener ciertas licencias, ¿quién no recuerda en la trilogía de El Señor de los Anillos a Legolas haciendo de skater bajando unas escaleras del abismo de Helm encima de un escudo o subiendo como Tarzán encima de un mumakil derribándolo?, pero lo que no se puede hacer es justificar como motivo principal de resistencia bélica la estupidez supina y las patochadas infantiles de guardería. El acontecimiento bélico más vergonzoso de la historia del celuloide.

3. La destrucción de la nave que controla los droides en el espacio de Naboo. Paralelamente al anterior acontecimiento, se desarrolla en el espacio una batalla estelar que también es el punto más bajo de éstas, algo que curiosamente Lucas siempre ha cuidado al máximo. De nuevo la casualidad absoluta permite la derrota final del ejercito droide y evita el exterminio gungan. Pero es que ahora es más flagrante: la casualidad le ronda al Anakin Skywalker niño que no olvidemos es el personaje capital de todo Star Wars. Él es el encargado de destruir dicha nave de control tras pilotar de forma accidentada un caza de Naboo y llegar hasta ella.


Evidentemente las dotes de pilotaje de Anakin quedan constatadas desde la alucinante carrera de vainas en Tattoine y eso le permite cierta ventaja a la hora de pilotar una aeronave desconocida. El caso es que el vértigo de ese desconocimiento llevan al niño a unos absurdos monólogos trufados de los molestos "Uppppsss" -estoy seguro que a poco que recordéis las películas no podréis evitar acordaros de los puñeteros "Upppsss"- cada vez que Anakin pulsa un botón o mueve una palanca al azar y no, no con un mínimo de sutilidad instintiva o mínimo despertar de La Fuerza inherente en él y aún por explotar, no: fruto de la subnormalidad más demoledora y que en este caso duele mucho más que en el mongólico Jar Jar Binks.

4. La persecución de la cazarrecompensas cambiante en Coruscant por parte de los jedis. Este es un punto también muy grave. Sobre todo por la falta de identidad y afinidad al universo Star Wars que lo acompaña y que es la seña de (des)identidad básica de el Episodio II, El ataque de los clones.

Para empezar estéticamente existe una enorme deuda con el universo cyberpunk de Blade Runner, algo del todo innecesario y que podría haberse evitado inteligentemente. Star Wars destaca por crear entornos propios, arrebatadores y dotados de una personalidad sólida. Pues aquí en absoluto: los neones, las construcciones, la atmósfera urbanita están calcados de Blade Runner que además considero que es una estética que encaja muy mal con la de Star Wars.


Ojalá todo fuera eso: la persecución aérea deja muchísimo que desear. Los irritantes diálogos que desde el arranque de la película entablan Obi-Wan y Anakin  para advertir al espectador de forma zafia de los primeros encontronazos de personalidad y rebeldía entre maestro y aprendiz, adquieren en este trayecto su culmen decadente. Propio de una película española de El Torete y El Vaquilla robando coches ("Este chico no aprende", "Lo ha vuelto a hacer"...) acompañado de delirantes planos donde no entra en juego La Fuerza, sino la flipada increíble más alucinante (la recuperación del sable de Anakin por parte de Obi-Wan o cuando se tira al vacío el padawan para caer justo sobre el vehículo de la cambiante).

Como broche, la llegada al antro nocturno donde finalmente dan caza a la cazarrecompensas: Obi Wan hace replantearse la vida a un traficante de sustancias haciendo uso de la convicción de La Fuerza. Bochornosa moralina conservadora.

5. Anakin Skywalker y Padmé pasan apuros en la fábrica de droides de Geonosis. Una de las constantes del cine actual de acción o fantástico por desgracia es la de parecer a veces videojuegos. Pues bien, en estos lances del Episodio II dan ganas de que nos entreguen un control pad a los espectadores y podamos pulsar el botón de salto/disparo para controlar el destino de los protagonistas.


De nuevo una impersonalidad máxima, una consecución de acciones burda y sin tensión real, sintética, mal planteada y rodada y que conlleva una sorpresa inesperada: RD-D2 ¡¡¡¡¡volaba!!!!!!!!!!! no creas que en Dagobah lo emplea para evitar ser engullido por su pantano o para hacer más llevadero su trayecto por zonas peligrosas al acecho de Jawas en Tattoine -lo mismo no había para reponer su gasolina en los tiempos precarios de la resistencia rebelde-. El caso es que algo hay que añadir en la desconcertarte escena propia de la Fase IV de Super Mario World.

Nota: La wiki-enciclopedia de Star Wars explica cómo esa propulsión de cohetes posteriormente es dañada en R2-D2 y por ello no logra volar más. Explicaciones socorridas para lo inexplicable.

6. El circo romano de bestias en Geonosis. Geonosis la verdad que es una mina de despropósitos, y entre ellos está este homenaje al circo de gladiadores romano en que nuestros protagonistas se ven amenazados por tres bestias de lo más heterogéneas entre sí. Una vez más lo irritante es la falta de tensión y el desarrollo mecánico de los acontecimientos.

Es increíble lo fascinante y absorbente que era ver a Luke Skywalker al borde de la muerte al ser arrojado al foso donde habitaba la bestia descomunal  encerrada por Jabba el Hutt y la asepsia por contra que despiden estas escenas. El entorno digital qué duda cabe que también juega en contra a través de su sintetismo y carencia de alma. El motivo principal por el que Lucas emprende estos entuertos no me cabe duda que es el decir "¡Eh! mirad que bestias más alucinantes somos capaces de crear en Lucasfilm, así que contratad nuestros efectos especiales cuando vayáis a hacer una película, chicos".


Igual de irritante parecía en el Episodio I cuando Qui-Gon Jinn y compañía se ven obligados a atravesar el núcleo submarino de Naboo y no dejan de aparecer bestias marinas más y más grandes comiéndose sucesivamente unas a otras. Descarado.

7. La batalla clon de Geonosis. Y el cenit a este viaje por el arisco planeta lo tenemos en la contienda bélica. Aquí ya el festival de rayos láser, sables de luz multicolor, jedis, soldados clon, droides y vehículos de combate adquiere dimensiones bíblicas y lo más alarmante es que es como si no ocurriera nada delante del espectador. Si no fuera por la persecución y combate jedi-sith con el Conde Dooku por parte de Anakin, Obi-Wan y Yoda no habría alma humana que soportara los últimos minutos del Episodio II, con merecimiento la película que atesora más puntos negativos en esta lista.


De nuevo la perspectiva videojuego, la falta de humanización y el estruendo juegan muy en contra del origen de las fastuosas Guerras Clon. Bien hubiera hecho George Lucas en tomar ejemplo de cómo rodar y transmitir sensaciones en entornos de este tipo de Peter Jackson en el asedio al abismo de Helm en ese mismo año 2002.

8. Obi-Wan se enfrenta al General Grievous en Utapau. Maravilloso resulta para mí como fan de Star Wars apreciar cómo George Lucas consigue con el Episodio III recuperar el pulso narrativo, la emoción y dotar a la trilogía moderna de una conclusión altísima que engarza a la perfección con su primitivo legado inmortal.


Aún así hay flecos que pudieran haberse mejorado. Uno lo encontramos en la llegada de Obi-Wan a Utapau para atrapar a Grievous. Este es uno de los pocos bloques que recuerdan los continuos desatinos del Episodio II; en parte por la propia naturaleza de Grievous que no termina de ser santo de mi devoción por su propia ingeniería y manera de combatir mecanizada y estrambótica muy de estos tiempos, pero ante todo por la dichosa bestia que se vuelve a sacar de la manga Lucas, esa especia de grifo sobre el que cabalga Obi-Wan en su busca esquivando peligros mientras ansiamos de nuevo un joystick. El combate uno contra uno no está en sí muy conseguido; muy por debajo de, todo hay que decirlo, uno de los puntos fuertes de El Ataque de los clones: el enfrentamiento Jango Fett-Obi-Wan en la fascinante atmósfera de Kamino.

9. El maquillaje empleado con Lord Sidious tras el combate con Macu Windu. Tras la escena en que los jedis comandados por Mace Windu van a detener al desenmascarado por fin Lord Sidious y el intenso enfrentamiento con él que termina con la muerte del jedi por la intervención fatídica de Anakin Skywalker justo antes de ser nombrado Lord Darth Vader, las secuelas que sufre el emperador son tangibles en su rostro por el desgaste que su propia energía le genera al hacer pantalla con el sable de luz el personaje encarnado por Samuel L. Jackson y refractarla sobre el Lord del Sith.


Pues bien, es del todo sorprendente lo mal terminadas que están esas secuelas sobre su cara utilizando un maquillaje ridículo, que produce más risa que pánico o inquietud. Absolutamente nada que ver con el repulsivo y aterrador rostro -con independencia de los veinte años que pudieran pasar- luce el Emperador en El Retorno del Jedi. Y sorprende más por ser tratado por un equipo de experto que tan buenos resultados ha logrado siempre. Algo que desconcierta y que, pese a ser un detalle menor, causa cierta indignación en un personaje tan trascendental y al ser algo mejorable a todas luces por poco que se hubieran esmerado.

10. La supresión de la escena de la llegada de Yoda A Dagobah tras su exilio forzado. Esta vez no hablamos de un momento, hablamos de una ausencia imperdonable, y no sólo para mí y muchos seguidores, sino para buena parte del equipo de rodaje de La venganza de los Sith que no entendió cómo Lucas con todos los elementos prescindibles de la nueva saga, pudo omitir una escena tan lírica y bella, trascendental para nuestros corazones como epitafio temporal hasta la llegada de Luke en El Imperio Contraataca para aprender los designios de La Fuerza por parte del honorable maestro Jedi al lejano planeta Dagobah.

40 segundos que me ponen al borde de las lágrimas con ese guiño orquestal incluido. Su omisión es un acto de ruindad difícilmente aceptable. Os invito a verla a todos aquellos que no la conozcáis.


La eliminación de una micro-escena más incomprensible y dolorosa del cine que recuerdo.


Hasta aquí mi artículo. Espero que tras su lectura todos los detractores de la trilogía moderna hayáis quedado a gusto y tengáis ganas de volver a disfrutarlas por todas las cualidades buenas que también atesoran por escondidas o desapercibidas que os hayan pasado. Congratularse con ella es uno de los más agradecidos ejercicios para los amantes del legado Star Wars.

3 comentarios:

  1. Y te falta la 11. Los putos "ups" del joven Anakin Skywalker

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    1. Con esto quería decir que merece un punto para ellos, por lo irritante que son.

      Otro de los talones de aquiles es la falta de química entre Anakin y Padme y lo mal explicado que está para fans poco doctos en la materia lo que fueron las guerras clon.

      Mucha otra gente se queja de que la suntuisidad y avances tecnológicos de las precuelas son más modernas que las posteriores, algo lógico por cómo se rodaron (exceso de ordenador) y dados los recortes del Emperador en la época del imperio, mucho más jodidos que los de Rajoy.

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  2. Gracias por leerlo, Manuel. En efecto, como dices los "ups" del joven Skywalker son molestísimos, como ya has visto he señalado, Lo único que preferí destacarlo dentro del momento donde surgen, la destrucción de la nave controladora de droides, para dotarlo de contexto.

    La química Anakin/Padmé es algo a lo que me he ido acostumbrando con el tiempo. Recuerdo que al principio me causaba cierto reparo sobre todo en el Episodio II. Luego fui descubriendo determinados diálogos que pueden tener cierta dignidad como la defensa del régimen dictatorial frente a la democracia de un ya perturbado Anakin frente a ella. En el tercer episodio, las escenas clímax de dolor me parecen un acierto de tal calado emocional que soy capaz de perdonar los deslices previos. También reconozco que siempre me emocionó el Anakin niño al conocerla y preguntarle como primera frase que le dice en la vida "¿Eres un ángel?".

    El tema Guerras Clon y en general toda la trama del auge del Imperio Galáctico pienso que más que esté mal explicado como comentas, es bastante denso y completo. Es más, me atrevería a decir que es una de las cosas más elaboradas por Lucas, pero sí es cierto que ante advenedizos y personas que van con el hacha por delante, es difícil admirar o simplemente percatarse de ella.

    Sobre el hecho de dotar de carácter pretérito los vehículos y demás tecnología creadas en las precuelas es cierto que es un trabajo difícil y que el ordenador poco ayudó. Esperemos que los recortes actuales que sufrimos los hagan por ordenador también y menos en carne y hueso...

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